Uno de los aspectos más destacados de la celebración del Día de la Independencia en Estados Unidos es sin duda alguna el espectáculo de fuegos artificiales. Esta tradición no es casualidad; de hecho, se remonta a uno de los padres de la patria, John Adams, quien escribió a su esposa el 3 de julio de 1776, señalando que la independencia debería celebrarse con “pompa y desfile, con espectáculos, juegos, deportes, armas, campanas, hogueras e iluminaciones de un extremo a otro de este continente a partir de ahora para siempre”.
Los fuegos artificiales, aunque conocidos anteriormente y originarios de China donde se utilizaban para ceremonias religiosas y celebraciones, encontraron un lugar especial en los festejos del 4 de julio en Estados Unidos. Estas exhibiciones de luces y colores en el cielo simbolizan el espíritu y la libertad que caracterizan a esta nación. Cada año, familias y comunidades se reúnen para disfrutar de estos espectáculos, generando una sensación de unidad y patriotismo.
Aunque la mayoría de los presidentes estadounidenses, desde George Washington hasta Joe Biden, han celebrado el 4 de julio como el Día de la Independencia, hubo una notable excepción. John Adams, otro de los padres fundadores y segundo presidente de Estados Unidos, sostenía que la verdadera fecha para conmemorar era el 2 de julio.
¿Por qué el 2 de julio? Fue en esa fecha en 1776 cuando el Congreso Continental votó a favor de la resolución de independencia. Sin embargo, la Declaración de Independencia, el documento formal que explicó la decisión, fue adoptado el 4 de julio, y es esta última fecha la que terminó siendo celebrada como el Día de la Independencia.
La firma de la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776 fue llevada a cabo por un grupo de hombres que pasaron a la historia como los padres fundadores de Estados Unidos. Entre ellos se encontraban Thomas Jefferson de Virginia, quien fue el principal autor del documento; John Adams de Massachusetts, ferviente defensor de la independencia; Roger Sherman de Connecticut; Benjamin Franklin de Pensilvania; y Robert Livingston de Nueva York.
Estos hombres arriesgaron tanto su reputación como sus vidas al desafiar al poderoso Imperio Británico. Sus ideales de libertad e igualdad se plasmaron en la Declaración de Independencia, un documento que no solo marcó el nacimiento de una nueva nación, sino que también sirvió de inspiración para otros movimientos de independencia en el mundo.
El 4 de julio no solo es una fecha de celebración en Estados Unidos, sino también de eventos significativos relacionados con sus líderes. Curiosamente, tres de los primeros presidentes del país fallecieron en este día: John Adams y Thomas Jefferson, ambos el 4 de julio de 1826, exactamente 50 años después de la adopción de la Declaración de Independencia, y James Monroe, quien murió el 4 de julio de 1831.
Por otro lado, Calvin Coolidge, el 30º presidente de Estados Unidos, nació un 4 de julio de 1872. Este peculiar dato añade un toque histórico especial a una fecha ya de por sí inolvidable para los estadounidenses.
Desde sus primeros años de vida como nación, Estados Unidos ha celebrado el 4 de julio con diversas festividades. Ya en 1778, George Washington, el primer presidente, autorizó la entrega de raciones dobles de ron a los soldados que luchaban en la guerra para festejar la independencia.
Sin embargo, no fue hasta 1781 que Massachusetts se convirtió en el primer estado en declarar el 4 de julio como un feriado oficial del estado. Más tarde, en 1870, el Congreso de Estados Unidos convirtió el 4 de julio en un feriado nacional, reconociendo así formalmente su importancia y el arraigo de esta celebración en la cultura y la historia del país.
El día de la independencia del 4 de julio en Estados Unidos es más que una fecha; es una celebración de la libertad, la unión y los valores que dieron origen a la nación. Desde los fuegos artificiales, que iluminan el cielo y simbolizan la esperanza y la libertad, hasta recordar a los influyentes padres fundadores y respetar las tradiciones históricas, este día sigue siendo uno de los más significativos y queridos por los estadounidenses.