El prestigioso escenario de los Premios Caleuche 2025 fue testigo de un inesperado giro cuando el actor chileno Gonzalo Valenzuela tomó el micrófono para expresar un apasionado testimonio en defensa de su colega y amigo Roberto Farías. Este acto rompió la pauta del evento y acaparó la atención no solo de los asistentes, sino también de los medios de comunicación que rápidamente hicieron eco del incidente. Valenzuela, conocido tanto por su talento como por su carácter fuerte, decidió no quedarse callado ante lo que considera una injusticia hacia Farías, quien fue acusado de comportamiento sexual inapropiado en 2018, una mancha que aún persigue su carrera. La intervención se produjo en un momento inesperado, justo cuando la gala transcurría sin mayores sobresaltos, destacando la valentía y la controversia que rodearon las palabras del actor.
En 2020, la obra teatral 'El Performer' sufrió una drástica interrupción debido a las acusaciones que pesaban sobre Farías. Este proyecto, en el que Valenzuela y Farías habían trabajado arduamente durante más de seis meses, era más que una simple producción. Según Valenzuela, el espectáculo era un homenaje personal a su madre, lo que le confería un significado más profundo. Sin embargo, el peso de las acusaciones, combinado con la presión pública, llevó a su cancelación. Valenzuela expresó su frustración al recordar cómo recibió amenazas de quemar el Teatro Mori y de hackear su señal de transmisión si continuaban con la obra. Estas amenazas demostraron la intensidad de la controversia, poniendo de relieve el complejo conflicto entre el juicio legal y la condena pública.
Valenzuela dirigió su frustración específicamente hacia las actrices que habían trabajado con él y que, en su momento, levantaron una condena pública contra Farías. En una aparente contradicción, estas mismas actrices se encontraban presentes en el evento, aplaudiendo como si las tensiones pasadas hubiesen sido olvidadas. 'Me duele verlas aquí aplaudiendo, como si nada hubiera pasado', afirmó Valenzuela, subrayando una disonancia entre los valores públicamente mantenidos y las acciones presentes. Estas palabras, llenas de emotividad, resonaron en el auditorio, generando un ambiente de reflexión y confrontación con el cual muchos no contaban.
En su momento, Roberto Farías negó con vehemencia todas las acusaciones vertidas en su contra, optando por una reacción poco común: se autodenunció ante las autoridades con la esperanza de una investigación que, según él, limpiaría su nombre. A pesar de su acción proactiva, Farías manifestó una profunda frustración por la falta de progreso en el caso. Declarándose inocente, el actor no solo enfrentó las acusaciones legales, sino que también resistió la sentencia pública que a menudo acompaña estos casos en la era de la información instantánea y las redes sociales. La crítica de Valenzuela hacia la respuesta de sus colegas en la industria no solo se centró en el impacto sobre Farías, sino también en el debate más amplio sobre cómo la justicia legal y la justicia social a veces se encuentran en una tensa contradicción.
La anfitriona del evento, Javiera Contador, jugó un papel crucial en este sorpresivo episodio. Consciente de lo incómodo del momento, decidió cederle la palabra a Valenzuela. En sus palabras, el evento debía proporcionar un espacio donde el actor pudiera expresarse, a pesar de la incomodidad que esto generara. Esta decisión fue recibida con opiniones encontradas: algunos aplaudieron su disposición a abrir el diálogo, mientras que otros lamentaron la interrupción en un momento de celebración. No obstante, el gesto de Contador permitió que el tema se visibilizara aún más, destacando la importancia de discutir temas complejos y a menudo incómodos dentro de la industria.
El incidente ocurrido en los Premios Caleuche 2025 alimentó aún más el debate en curso sobre las dinámicas de poder, justicia y cancelación en el mundo del espectáculo. La controversia apunta a interrogantes sobre cómo se manejan las acusaciones de mala conducta en tiempos donde la opinión pública puede tener un peso enorme y, a menudo, abrumador. Este tipo de situaciones pone de relieve la tensión entre la necesidad de escuchar y considerar seriamente las denuncias de comportamiento inapropiado y la salvaguarda de un sistema legal justo que valore la investigación y el debido proceso. El caso de Farías es emblemático de estas tensiones y demuestra que, a pesar de los avances en cuestiones de igualdad y empoderamiento, el camino hacia una resolución justa y equitativa en tales controversias sigue siendo difícil de navegar.