Origen del conflicto
Todo comenzó cuando Cony Capelli, ya conocida por su paso por Fiebre de Baile, lanzó una crítica directa a Daniela Aránguiz durante una aparición en otro programa televisivo. Capelli la tachó de "cero aporte a la televisión", "el peor ejemplo de la sociedad" y señaló que ella no servía como modelo a seguir. La acusación cerró la puerta a cualquier discusión amable y encendió la polémica televisiva que hoy domina los titulares de entretenimiento.
Aránguiz, quien se ha labrado una carrera como conductora y panelista en Mega, respondió en vivo en el programa Sígueme (TV+). Su defensa giró en torno a la naturaleza del entretenimiento: "Estoy aquí para divertir, para que la gente se escape de sus problemas". Desde su punto de vista, no le corresponde a la televisión ser un espacio de contribución social como la política; su labor es precisamente otra.
El punto de partida del roce, sin embargo, se remonta a rumores sobre la posible incorporación de Aránguiz como jurado de Fiebre de Baile. Según fuentes de la cadena CHV, Capelli habría puesto una condición a los productores: si Aránguiz se sumaba, ella abandonaría el programa. La propuesta de Aránguiz de participar de forma gratuita, solo para probar la reacción de Capelli, aumentó la tensión y puso los cimientos de una rivalidad que ya tenía antecedentes.

Escalada de acusaciones
Durante la transmisión de Sígueme, Aránguiz cruzó la línea de la defensa y lanzó una serie de acusaciones que elevaron el conflicto a otro nivel. Primero, señaló que Capelli mentía al hablar de sus supuestos logros personales y, sobre todo, la etiquetó como "adicta a las drogas". La conductora no se quedó en la palabra; retó a su rival a presentarse a un análisis de sangre para demostrar su sobriedad, convirtiendo una disputa de egos en un ataque directo a la reputación.
Aránguiz también acusó a Capelli de haber engañado al público chileno sobre su proceso de rehabilitación, alegando que la audiencia creía en una recuperación que, según ella, no existía. Para reforzar su postura, citó a una fuente interna conocida como "La Chama", que supuestamente reveló que Capelli había sido sacada de varios locales nocturnos mientras estaba intoxicada, incluso durante encuentros con el modelo Rai Cerda, quien estaba vinculado sentimentalmente a la influencer Faloon.
El conflicto no quedó sólo en el ámbito televisivo. Ambas figuras arrastraron a sus relaciones personales al frente del escenario mediático. Se recordó que Aránguiz estuvo casada con el futbolista Jorge Valdivia, a quien Capelli habría frecuentado en el pasado, lo que avivó los rumores de una disputa más profunda y personal.
Otro incidente mencionado por Aránguiz ocurrió en una discoteca, donde aseguró haber sido confrontada por Capelli, quien la habría llamado con insultos y fue casi expulsada por los guardias de seguridad. "Espero que no vuelva a buscarme, porque la buscará a mí", advirtió Aránguiz, intensificando la amenaza implícita.
El impacto de la disputa se reflejó rápidamente en los canales oficiales de regulación de medios. El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) recibió más de 200 denuncias contra Aránguiz por los comentarios realizados contra Capelli, lo que sugiere que la audiencia está dividida y preocupada por la gravedad de las acusaciones.
Por su parte, Capelli no ha permanecido en silencio. A través de sus redes sociales ha defendido su proceso de recuperación y ha cuestionado la veracidad de los supuestos "testimonios internos" que Aránguiz presentó como evidencia. Asimismo, ha pedido a la cadena Mega que aclare su posición respecto a la supuesta imposibilidad de participar en otros programas, argumentando que su contrato no limita su libertad de expresión pública.
Mientras tanto, la audiencia sigue hambrienta de actualizaciones. Los programas de crónica rosa y los noticieros de entretenimiento dedican cada segmento a desglosar los últimos intercambios, y los foros de internet se llenan de opiniones que van desde la defensa incondicional de una de las partes hasta la condena de la cultura de la polémica en la televisión chilena.
En conclusión, la enemistad entre Daniela Aránguiz y Cony Capelli se ha convertido en un caso emblemático de cómo los conflictos personales pueden escalar rápidamente cuando se trasladan al escenario mediático, involucrando a audiencias, reguladores y a la propia industria del entretenimiento.