Durante una emisión rutinaria de noticiero y tráfico, la conductora de una emisora regional se encontró cara a cara con una palabra que no estaba en su diccionario mental: Curarrehue. El nombre del municipio, situado en la Araucanía, lleva la raíz mapuche que significa “lugar de piedras”. Al intentar articular la sílaba final, la locutora titubeó, volvió a intentar y volvió a fallar, hasta que la frustración explotó.
El momento que se volvió viral
En el instante en que la presentadora pronunció la abreviatura vulgar chilena “CTM”, la transmisión se volvió inmediatamente materia de compartición en redes sociales. Usuarios de Twitter, Instagram y TikTok subieron fragmentos del audio, acompañándolos de memes que ridiculizaban la situación pero también mostraban empatía. En cuestión de horas, el clip acumuló cientos de miles de reproducciones, evidenciando cómo un error humano puede transformarse en fenómeno de internet.
Contexto lingüístico y cultural
El mapudungun, lengua originaria de la zona, posee fonemas y combinaciones de consonantes poco habituales en el castellano chileno. Palabras como “Curarrehue” incluyen la consonante uvular /ʔ/ y la combinación “rehue”, que suele resultar extraña para quienes no han tenido contacto con la cultura mapuche. Expertos en sociolingüística señalan que la dificultad no es culpa del profesional, sino un reflejo de la brecha entre el español dominante y los nombres indígenas que continúan presentes en la geografía nacional.
Además, la presión del formato en vivo añade otro nivel de complejidad. A diferencia de la prensa escrita, la radio no permite ediciones ni repeticiones; cualquier equivocación sale al aire al instante. Los profesionales están entrenados para mantener la compostura, pero la combinación de un término poco familiar y la exigencia de fluidez puede hacer temblar hasta al más experimentado.
El uso de la grosería, aunque impropio, abrió otro debate sobre los estándares de censura en la radiodifusión chilena. La normativa de la Subsecretaría de Telecomunicaciones establece que los contenidos deben respetar la decencia y evitar expresiones vulgares. Sin embargo, se reconoce que se trata de un desliz aislado y no de una infracción deliberada.
Tras el escándalo, la emisora emitió una disculpa pública, aclarando que el incidente fue un error honesto y que se tomará capacitación adicional sobre topónimos mapuches. La presentadora, por su parte, comentó en sus redes que la situación le había recordado la importancia de respetar y aprender la pronunciación correcta de los nombres originarios.
El caso de Curarrehue ilustra cómo la cultura popular, la lingüística y la normativa mediática pueden colisionar en un instante. Cada reacción del público, desde la risa hasta la crítica, subraya la necesidad de una mayor inclusión del patrimonio lingüístico indígena en la formación de los comunicadores. Mientras tanto, el clip sigue circulando, recordándonos que detrás de la voz que informa hay una persona que también se tropieza con las palabras.